La Baixada de Santa Eulalia tenía por nombre, en época medieval, “Calle de la Volta” y, junto con la calle de Sant Sever, formaban parte de una misma calle. La bajada quedaba parada por la muralla romana, la cual no fue abierta hasta el año 1394.
Las casas actuales con números impares de las calles de la Baixada de Santa Eulàlia y de Sant Sever marcaban, en el siglo XIV, el límite norte del Call.
La calle de la Vuelta, actuales calle de San Severo y bajada de Santa Eulalia, fue, en época romana, un antiguo “cardo minor” que seguía la línea paralela del “cardo maximus” (calle del Call).
Uno de los nombres de esta calle era el de la Escuela (sinagoga) de las Mujeres, posiblemente debido a que se encontraba un edificio adyacente o bien una entrada separada de la Sinagoga Mayor para las mujeres. (Imagen: Lápida conmemorativa de la Pia Almoina del Call (heqdesh), fundada por el rabino Samuel Ha-Sardí, colocada de nuevo en el edificio de 1820).
La calle de Sant Honorat estaba habitada por médicos y cirujanos que trabajaban para el rey: necesitaban vivir lo más cerca posible del Palau Reial Major (Palacio Real Mayor) por si había alguna urgencia médica en la corte. Imagen: Hagadà de Barcelona (British Library, Londres) Su facsímil ha sido considerado una de las mejores reproducciones de la historia editorial.)
Esta calle se conocía también como calle de la Escola dels Francesos (Escuela de los Franceses), dada la existencia de una sinagoga para exiliados franceses.(Imagen: Calle del Arco de San Ramón del Call. A mano derecha, casa medieval que pertenece al Centro de Interpretación del Call (MUHBA).
Antic cardo maximus de Bàrcino, en època medieval era conegut com a carrer dels Torners i donava accés al call. Era un dels carrers més dinàmics comercialment, car s’hi trobaven nombrosos mercadals i botigues.
Esta finca se sitúa en la confluencia de dos áreas de gran significación religiosa y cultural del Call: los Banys Freds y la Sinagoga dels Francesos.
Entre les diverses sinagogues existents al Call es troba la sinagoga particular de Massot Evangenà, un dels prohoms de l’aljama barcelonina, aixecada a la finca veïna de Sant Sever 4. (Imatge:Home assegut indicant la paraula “savi”. Haggadà de Kaufmann, Catalunya (s. XIV). Budapest.)
Los nombres de las calles del Call hacían referencia a los sitios reseñables que había. La actual calle de Sant Domènec era la más importante del barrio judío y se conocía como calle de la Sinagoga Mayor o de la Carniseria.
La calle de Sant Domènec del Call recibió este nombre, porque el día 5 de agosto en que se produjo el disturbio de 1391, procedía la festividad de Sant Domènec. Estas graves revueltas significaron la desaparición de la aljama judía de Barcelona.(Imagen: Avalot de 1391. Grabado de Josep Segrelles, ca. 1910)
La calle de Sant Domènec era la más importante del barrio judío. Se conocía entonces como calle de la Carnisseria o calle de la Sinagoga Major o de las Escoles Majors. A su entrada, se situaba el portal principal del barrio.
El nombre de esta calle hace referencia al edificio que lo caracterizó, los Baños, construidos en 1160, año en que el conde Ramon Berenguer IV dio permiso al alfaquí Abraham Bonastruc para edificarlos.
En el veí núm. 16 de Banys Nous, s’hi ha localitzat un tram de muralla romana, que conserva tota la seva alçada. (Imatge: Permís Reial de Jaume I a Samuel Bonastruc per esberlar la muralla romana 1258)
La vida judía en Barcelona no se documenta de forma clara hasta el siglo XII. No nos es todavía posible datar los inicios del establecimiento de judíos en las tierras que luego serán Cataluña, aunque hay que tener presente que Barcelona fue un hito importante dentro de la antigua Vía Augusta. (Imagen: The Barcelona Haggadah).
El carrer rebé aquest nom per Santa Eulàlia, primera patrona de Barcelona, qui, segons la llegenda, fou martiritzada als 13 anys en aquest indret, durant el regnat de l’emperador romà Dioclecià (segle III).
(Imagen: Noticia publicada en el diario. Años atrás, el edificio de la calle Sant Sever núm. 3, fue una pensión para sacerdotes y católicos, llamada “Pensión la Verdad”).
En época medieval, la actual calle de Sant Sever y la Baixada de Santa Eulàlia formaban una sola calle, llamada de la Volta (Vuelta), que iba desde la actual calle del Bisbe hasta el muro de la muralla romana. El derribo de este lienzo de muralla no se produjo hasta el 1394.
Dentro de los límites del Call había hasta ocho callejones sin salida (o cul-de-sac) en el interior de las islas. Sólo la actual calle de Sant Felip Neri se ha mantenido como vía, el resto han desaparecido.
Les excavacions arqueològiques dutes a terme en aquesta finca permeten resseguir els diferents estrats històrics de la zona: època romana, època medieval i les restes arqueològiques pertanyents als segles XIII-XIX (imatge: Domus romana)
El Palau de la Generalitat que se levanta delante empezó a construirse en 1401, tras la adquisición de diferentes casas judías del Call, de entre las cuales había la antigua Sinagoga Xica y la casa que había sido del poeta Moixé Natan.
A finales del siglo XIV, en esta parcela correspondiente actualmente a la calle de Sant Honorat núm. 9, se situaba la casa del poeta Samuel Bonastruc.
El carrer de Sant Honorat era conegut en època medieval com a Carrer de la Font. Aquesta font gòtica fou construïda el 1357, en temps del rei Pere el Cerimoniós, amb la finalitat d’estalviar als jueus episodis de baralla i trencadissa amb els cristians. (Imatge: Excavacions al palau de la Generalitat (1907).
Se dedicaban al comercio y elaboración de fármacos, drogas, especias culinarias, tintes, confites, velas y perfumes. Un oficio entre la farmacia y el arte de transformar los productos a través de fórmulas.
En 1540 la calle ya era conocida como la de los libreros o de la Llibreteria. Eran vendedores de pergaminos, de papeles, de libros en blanco o de otros objetos de escritorio. También trabajaban como encuadernadores (en la imagen, un libro de notario).
Durante la Edad Media y la Época Moderna fueron habituales las fiestas cívicas, celebradas en los espacios públicos. La calle Llibreteria se adornaba con arquitecturas efímeras y decoraciones espectaculares (en la imagen, el rey Alfonso el Magnánimo, promotor de estos eventos).
En la calle Llibreteria vivió el especiero Francesc Ferrer. Su casa contaba con un obrador, una tienda y las estancias particulares. Murió en 1410, dejando varias deudas. Para pagarlas, los herederos tuvieron que subastar los objetos del difunto.
La calle Freneria medieval fue sede del Hospital d’en Guitart, dónde se atendía a pobres, a pelegrinos y también a enfermos. Más adelante, el conde Ramon Berenguer IV (estás viendo su sello personal) transformó este espacio en casas y talleres.
Las casas del entorno del Miraculum (tal y como se llamaba a las ruinas romanas), fueron edificadas con materiales extraídos de estas antiguas construcciones. En la imagen, la compraventa de una casa.
En el siglo XIV la mayor parte de las casas de esta vía pertenecían o alojaban a los clérigos. Las procesiones religiosas pasaban por la calle de la Freneria. Más adelante, aquí se celebraron las ferias de Navidad.
La frenería era un oficio especializado en la confección de productos del ajuar militar. El nombre deriva de los frenos: los instrumentos de metal que se atan a las riendas y se colocan en el morro de los caballos. En la imagen, el escudo del gremio de los freneros. Tenéis este escudo bien cerca…
Los hornos eran establecimientos de referencia porque era el lugar donde las familias no sólo traían el pan para cocer, sino también sus alimentos.
La cárcel de Barcelona estuvo en este inmueble hasta el siglo XIX. Por ese motivo esta calle cargaría con el nombre de Bajada de la Cárcel durante muchos años.
En este lugar estuvo la cárcel durante los siglos medievales. En aquél momento la cárcel presentaba unes condiciones deplorables. Los familiares de los reos preferían no entrar. Las visitas se hacían a través de una ventana que daba a la calle.
Espacio bien documentado durante los siglos medievales. María, esposa de Pere Godancs, vendió una casa en este lugar a los consejeros de la ciudad. Su objetivo era derribar una estructura para embellecer el entorno de la catedral.