La colonia romana de Barcino se fundó sobre una pequeña colina de poco más de 16 metros sobre el nivel del mar: el monte Táber. A pesar de la modesta altura, la topografía de la antigua ciudad romana quedó determinada por este hecho. Las calles que conducían hacia el segundo recinto de la muralla romana de la ciudad (siglo IV) presentaban, en su parte final, un desnivel acusado. En época medieval, cuando la muralla dejó de tener función defensiva, muchas de estas calles se abrieron derribando el lienzo del antiguo muro. Significativamente, buena parte de estas calles tomaron el nombre de “bajada", como la Baixada de Viladecols, la Baixada de la Presó -actual Libreteria-, la Baixada de Caçadors, la Baixada dels Lleons, o la propia Baixada de Santa Eulàlia.